Viajé a Nápoles para realizar un taller. Aquí conocí a un amigo que en medio de una conversación trivial me pidió que definiera el amor. Aunque sorprendido le conté una historia real que compartiré. Conocí a un señor que pasó diez años en Venezuela. Durante esos diez años, se olvidó por completo de que tenía una familia. La esposa y sus tres hijos se quedaron en Portugal pasando por dificultades extremas. Durante todo este tiempo nunca hubo ningún contacto. Diez años después y enojado con su pareja, el patriarca regresó a la casa que había abandonado. Traje "nada". Estrictamente "nada". Bueno, nada, no! Una maleta con muchas fotografías en un Cadillac cabriolet, siempre bien acompañada, viajes a Canaima, viajes a la Laguna de la Restinga, entre otros, fueron el botín de todo el tiempo pasado en tierras extranjeras. La mujer, sin dudarlo, recuperó a su marido y, a cambio, él le proporcionó "nada". Treinta y cuatro años después, el hombre se enfermó gravemente. Dejó de hablar, de ver y reaccionar ante el menor estímulo. Esa esposa siempre lo cuidó. Una mañana decidí visitarlo y brindar algo de apoyo a los hijos y nietos, mis viejos amigos. El hombre se sintió mal y llegó el INEM. Ya colocado en una camilla para ser transportado al hospital, la esposa que lo besaba en la frente le dijo - Por favor no te mueras porque todavía quiero cuidarte mucho. ¡TE QUIERO! Al ver esto, no pude evitarlo y las lágrimas inundaron mi rostro. Asombrado, me escapé, pero me encontré pensando: Esto es el Amor. ¡Incondicional!